Mi historia con la Hermandad comenzó un Viernes de Dolores hace cuatro años, cuando yo tocaba en la Agrupación Musical La Columna de Alcalá de Henares, una procesión que se hizo con la antigua talla de nuestro Señor del Perdón. Aquella procesión se vio pasada por agua en diferentes momentos de la misma. Lo que a mí me llamó la atención es que el Señor (aunque no iba si quiera en un paso) no iba solo.
En octubre de ese mismo año, vi publicado en diferentes redes sociales fotos de las nuevas tallas del Señor y de su Bendita Madre, y tiempo después nos comunicaron en mi nueva banda que les acompañaríamos el próximo Viernes de Dolores.
Tiempo después conocí a una persona que para mí fue fundamental, Julio, que me abrió las puertas de la Hermandad y me hizo sentir como un hermano más sin aun pertenecer a ella.
A partir de ese momento, siempre que podía acudía a los actos, porque los sentía especiales, incluso empecé a ser sus pies el Viernes de Dolores, donde concia un grupo de personas humildes, que entregarían si vida por ellos, y así lo hacen cada vez que se meten debajo.
Hace un año por fin tomé la decisión de pertenecer oficialmente a la Hermandad, y en este año tan convulso pude imponerme la medalla.
El día de la imposición va a ser un día que difícilmente olvide, un día en el que amigos vinieron a acompañarme y que además pude ver como a uno de ellos también se la imponían, uno que también sintió como yo esa llamada de ellos. La misa y la imposición acabaron, subí al altar junto a Julio, David y Germán y al verles sentí que por fin cumplía un sueño y era ser de ellos.
Siempre que hablo con alguien del Perdón, siempre digo lo mismo, “es una Hermandad diferente, la gente es humilde, y en todo momento te sientes a gusto, sobre todo en la cuadrilla, que somos una pequeña familia”.
Alberto Rivera Gracia