El pasado 25 de julio fue el día de Santiago y este año al celebrarse en domingo es año jubilar, año santo o año jacobeo. Esto significa que la Iglesia, concede indulgencia plenaria a todos aquellos que visiten el sepulcro del apóstol, es decir, la purificación de los pecados ya cometidos y confesados. Para conseguirla es necesario realizar tres sencillos actos:
- El primero visitar el lugar santo y atravesar la puerta santa, en este caso, la catedral de Santiago de Compostela y el pórtico de la gloria.
- La segunda confesarse de los pecados y comulgar siete días antes o siete días después de dicha visita.
- La tercera y última, rezar por las intenciones del Santo Padre, el papa Francisco.
Con esta intención, el día 31 de julio me subí a un autobús hacia Pedrouzo para empezar el camino de Santiago desde Sarria el día siguiente. Fuimos un grupo de unas 80 personas de Cursillos de Cristiandad. No hace mucho que formo parte del movimiento y me lo tome como un primer paso para conocer a la comunidad joven que lo forma.
En el momento que supe que se iba a hacer el camino me ilusioné y me apunté sin pensarlo. El día de antes de salir estaba un poco nervioso porque desconocía la mayor parte del grupo que íbamos a la peregrinación, pero al llegar al camping de Pedrouzo y empezar a conocer a la gente me tranquilicé.
Debido al Covid no podíamos ir de albergue en albergue, por eso cada mañana íbamos en bus al comienzo de la etapa y luego nos recogía al final para volver a comer al camping. Hicimos 110km en 5 etapas pasando por Sarria, Portomarín, Palas de Rey, Arzúa, Pedrouzo y Santiago.
Con el paso de los días, el cansancio, el dolor de pies y piernas y las lesiones en el grupo iban en aumento, pero también crecía la convivencia, la preocupación y la entrega a los demás. La tercera etapa, con Arzúa como destino, fue la más dura ya que era la más larga y ya había cansancio acumulado.
Para mí lo mejor fue la llegada a la Plaza del Obradoiro, los últimos diez minutos de la peregrinación los hicimos todos juntos cantando por Santiago. Mientras tanto la gente se hacía a los lados para ver la alegría con la que caminábamos. Ya frente a la catedral nos esperaba gente del movimiento que nos había acompañado desde la Eucaristía y la Oración. Fue una experiencia inolvidable.
Es la cuarta vez que hago el Camino de Santiago, para mí es una muy buena experiencia para pararse a descansar en lo espiritual, admirar la creación y conocer las distintas formas de vida en Cristo de cada persona.
Mario Cebollada Colmenero. Amigo de la Hermandad.