Domingo de la Divina Misericordia

«Yo soy el amor y la misericordia misma; no existe miseria que pueda medirse con mi misericordia»

Estas son las palabras que Jesucristo le reveló a santa Faustina Kowalska cuando le confió el misterio de la Divina Misericordia y que ella escribió en su diario que más tarde, el Santo Padre San Juan Pablo II, utilizó para canonizar a esta Hermana de la Madre de Dios de la Misericordia y para instaurar en toda la Iglesia el Domingo de la Divina Misericordia el segundo domingo de la Pascua de Resurrección, dentro de la octava de Pascua.

Desde que llegó a la sede canónica la imagen de nuestra Sagrada Titular, María Santísima de la Misericordia, la Hermandad ha venido celebrando los cultos en su honor, consistentes en la Santa Misa y el solemne besamanos a la imagen, en torno a esta fecha tan señalada. Este año, por cuestiones organizativas, la Junta de Gobierno ha decidido trasladar la celebración de los mismos al mes de mayo, mes por excelencia dedicado a la Santísima Virgen.

Sin embargo, debido a las consecuencias derivadas de la emergencia sanitaria y del Estado de Alarma en el que nos encontramos en estos momentos, queremos trasladar un mensaje de ánimo y fuerzas a todos nuestros hermanos y a todo el que lea esta publicación, fomentando el culto a la Divina Misericordia y recordando algunos momentos de los cultos de estos últimos años.

Coronilla de la Divina Misericordia

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos Señor Dios nuestro.

Expiraste, Jesús; pero la fuente de vida brotó para las almas, y el mar de misericordia se abrió para el mundo entero. ¡Oh, fuente de vida, insondable misericordia divina!, abarca el mundo entero y derrámate sobre nosotros.

¡Oh, sangre y agua que brotaste del corazón de Jesús, como una fuente de misericordia para nosotros, en Ti confío! (3 veces)

Padre Nuestro, Ave María y Credo.

En las cuentas grandes: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.

En las cuentas pequeñas: Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero

Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero. (3 veces)

Oh Dios Eterno, en quien la misericordia es infinita y el tesoro de compasión inagotable, vuelve a nosotros Tu mirada bondadosa y aumenta Tu misericordia en nosotros, para que en momentos difíciles no nos desesperemos ni nos desalentamos, sino que, con gran confianza, nos sometamos a Tu santa voluntad, que es el Amor y la Misericordia Mismos.

Amen

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