El pasado sábado día 5 de octubre Nuestro Padre Jesús de Medinaceli, sin duda una de las imágenes más queridas y populares de nuestro país (y podríamos decir que de todo el mundo) presidió una misa en la Catedral de la Almudena con motivo del LXXX aniversario de su regreso a España al término de la Guerra Civil. La imagen, tras pasar por Valencia y Barcelona, fue llevada a Ginebra (Suiza) durante la contienda para evitar que fuera destruida como ocurrió con otras muchas que desaparecieron pasto de las llamas en aquellos fatídicos años.
A las doce de la mañana tuvo lugar la misa solemne, presidida por el obispo auxiliar de Madrid D. José Cobo, con el Señor ya en su paso, imponente a los pies de la Virgen de la Almudena, vistiendo la túnica, recientemente restaurada por Silvia Montero Redondo, que regalara S.A.R. D. Francisco de Asís de Borbón, marido de la Reina Isabel II. Cabe resaltar también que el Cristo estrenó un nuevo escapulario bordado en oro sobre tisú de plata por Pedro Palenciano Olivares en la localidad jienense de Andújar. El cuidado exorno floral, que corrió a cargo de los floristas andaluces Jesús Pinto y Andrés Ayllón, lo formaron, según la propia hermandad, quinientos cincuenta nardos, cuatrocientas cincuenta rosas, quinientas cincuenta astromelias, cuatrocientos cuarenta lilium, seiscientos tallos de flor de cera, cuatrocientos de statice, novecientos de helecho y setecientos de limonium, todo en tonos blancos.
Pasadas las seis de la tarde el Cristo de Medinaceli abandonó la Catedral para discurrir, en una multitudinaria procesión (como si de un día de Semana Santa se tratase) hasta su templo. Tras Él, la banda de música La Lira de Pozuelo de Alarcón, que también le acompaña cada Viernes Santo. Momentos destacables de la procesión fueron la saeta de Juan Peña en la esquina de la calle Mayor con Señores de Luzón, su llegada a la Casa de Correos, en la Puerta del Sol, a los sones de “Mi Amargura” y la saeta de Diana Navarro y el encuentro con la Virgen de la Soledad del convento de las Calatravas. El cortejo, formado en gran parte por hermanos de la hermandad con traje oscuro y cirios blancos, contó con la presencia de numerosas autoridades civiles, hermanos mayores y presidentes de otras hermandades y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Julio Casanova Merinero